Las tardecitas de Buenos Aires tienen ese, que se yo...
domingo, 15 de noviembre de 2009
El último organito
Homero Manzi, el personaje.
La esquina de Homero Manzi, el lugar que huele a tango.
El tango que entra con el vino, por los oidos y se retoma en cada verso.
El ritmo que ejecutan los pasos con ojos cerrados.
El lugar que huele a tango, a Manzi.
Unas historias de amor, otras de vida.
El último organito irá de puerta en puerta
hasta encontrar la casa de la vecina muerta,
de la vecina aquella que se cansó de amar;
y allí molerá tangos para que llore el ciego,
el ciego inconsolable del verso de Carriego,
que fuma, fuma y fuma sentado en el umbral.
La esquina de Homero Manzi, el lugar que huele a tango.
El tango que entra con el vino, por los oidos y se retoma en cada verso.
El ritmo que ejecutan los pasos con ojos cerrados.
El lugar que huele a tango, a Manzi.
Unas historias de amor, otras de vida.
El último organito irá de puerta en puerta
hasta encontrar la casa de la vecina muerta,
de la vecina aquella que se cansó de amar;
y allí molerá tangos para que llore el ciego,
el ciego inconsolable del verso de Carriego,
que fuma, fuma y fuma sentado en el umbral.
viernes, 6 de noviembre de 2009
Mi Buenos Aires querido....

"Magia o mundo tangible, había un dios egipcio que armonizaba verbalmente los sujetos y los objetos. Todo iba realmente muy bien."
Julio Cortázar.
Buenos Aires también es una metáfora.
Y tuve que esperar 10 años para comprobarlo.
Esta ciudad la conocí primero en letras, luego en fotos y después en relatos. Tantos anhelos después, por fin, pude respirarla, sentirla, saborearla, olerla, escucharla, vivirla. La caminé al paso porteño, degustando cada partícula.
Era inevitable pensar en la ciudad “Del lado de acá”, hacer las comparaciones entre el caótico DF y el caótico Buenos Aires.
Toda mi piel eran ojos, mis oídos boca, mi ojos escuchaban todo.
En mi país...
Música popular que abraza el corazón de orientales y latinos. La voz, quizá, más respetada que dentro del país o en el exilio, transmitió siempre un canto de esperanza...
miércoles, 4 de noviembre de 2009
Montevideando I


Ese día tuve mi primer encuentro cercano con una de las típicas comidas montevideanas: el asado. Me gusta la forma social que involucra el asado. Más allá de ser una comida, es el hecho de reunir a las personas en torno a la parrilla, beber cerveza, vino tinto o tomar mate mientras la carne llega al punto exacto; al tiempo se van desarrollando charlas sobre todos los temas. El olor a leña comienza a invadir el aire, y al transcurrir los minutos se percibe el aroma del chorizo, el asado de tira, los chinchulines, el pulpón. El asado se acompaña generalmente con ensalada rusa o puré de papas.




La gente es de mirada amable y sonrisa cómplice. Hablan fuerte y hablan mucho, en el ómnibus es común que la gente mientras charla suba el volumen para que el de al lado no tape su voz y eso provoca una reacción en cadena, una feria de voces, de temas y de entonaciones que hacen muy entretenidos los traslados. Disfruto cada una de las conversaciones, las explicaciones de la gente que he ido conociendo mientras espero el ómnibus o que se acerca mientras contemplo la vida aquí. Me gusta responder a detalle las preguntas que me hacen (que son muchas) sobre programas de televisión, sobre cantantes y actores, sobre el México de Pedro Infante, el Chavo y Cantinflas o sobre el EZLN, la pobreza, las muertas de Juárez, las pirámides, los motivos de mi viaje, el origen de mi nombre y los uruguayos exiliados en México.
Entre algunas personas que he conocido ya soy “la mexicana” (los justifican por extraño de mi nombre, que la mayoría, nunca antes había escuchado). Es estos días ya tuve invitaciones para conocer otros lugares de Uruguay como Canelones, Florida, Treinta y Tres, Piriápolis, Cabo Polonio y Rocha. Cuando haya conocido les contaré el olor de cada ciudad.
Dejó de llover hace apenas unos minutos, voy a recorrer las frías y húmedas calles montevideanas una vez más. Hoy también quiero embriagarme de esta ciudad, del mate mientras se camina, de las miradas amables, de la rambla y el olor a mar, de vino tinto y agua de la “canilla”, del olor a asado, del dulce de leche y el alfajor, sobre todo quiero embriagarme de su gente, “vos viste?”.
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